La ventana del dormitorio tiene nueve vidrios, es como una cuadrícula de ta te ti. Ahora la luna está justo en el centro, me toca jugar a mí. No puedo ganar, no puedo perder. Miro su cuerpo, está dormida y la luz casi horizontal de la luna resalta con la sombra los relieves de sus pechos y de sus pezones, de sus músculos, su ombligo, sus redondeces.
Recién hicimos el amor y ella permanece desuna. Cuando salga el sol su piel va a ser dorada, yo lo sé, hace muchísimos años que lo sé y también sé que su pelo enrulado estará salvaje y lo voy a decir “estas hermosa” y ella “estoy toda despeinada” y yo “me encanta así” y ella “ya lo sé” y yo “te traje el desayuno”. Pero ahora no. Ahora, la luna.
La primera vez que vino a casa éramos dos chicos y le levanté el vestido de una tela blanca que no me acuerdo cómo se llama, también estaba hermosa y después pasó el tiempo y no paraba de ser linda.
Conozco este cuerpo, los rincones detrás de las orejas, el tamaño de cada uno de sus dedos, los detallados dibujos del iris de sus ojos en cada época del año. Conozco sus gestos, los grandes y los mínimos gestos de los más mínimos de sus músculos. Yo escribí mi historia sobre esa piel, sobre ese pelo, sobre esa carne y dentro de su vientre.
El universo está poblado de infinitas cuerpos pero ese brilla de noche en la cuadrícula central de mi ventana y ya se sabe que al ta te ti, cuando se juega correctamente se empata, pero seguimos jugando, armamos otro tablero y jugamos otra vez.
Duerme como una luna en el centro de la ventana que ahora es todo el universo y aunque sé que no puedo ganar digo ta te ti… suerte para mí.
Recién hicimos el amor y ella permanece desuna. Cuando salga el sol su piel va a ser dorada, yo lo sé, hace muchísimos años que lo sé y también sé que su pelo enrulado estará salvaje y lo voy a decir “estas hermosa” y ella “estoy toda despeinada” y yo “me encanta así” y ella “ya lo sé” y yo “te traje el desayuno”. Pero ahora no. Ahora, la luna.
La primera vez que vino a casa éramos dos chicos y le levanté el vestido de una tela blanca que no me acuerdo cómo se llama, también estaba hermosa y después pasó el tiempo y no paraba de ser linda.
Conozco este cuerpo, los rincones detrás de las orejas, el tamaño de cada uno de sus dedos, los detallados dibujos del iris de sus ojos en cada época del año. Conozco sus gestos, los grandes y los mínimos gestos de los más mínimos de sus músculos. Yo escribí mi historia sobre esa piel, sobre ese pelo, sobre esa carne y dentro de su vientre.
El universo está poblado de infinitas cuerpos pero ese brilla de noche en la cuadrícula central de mi ventana y ya se sabe que al ta te ti, cuando se juega correctamente se empata, pero seguimos jugando, armamos otro tablero y jugamos otra vez.
Duerme como una luna en el centro de la ventana que ahora es todo el universo y aunque sé que no puedo ganar digo ta te ti… suerte para mí.
4 comentarios:
Me hizo saltar las lágrimas....que estas cosas aún sucedan en el mundo postmoderno en el que vivimos. Suerte para los dos, Darío...para los dos.
Gracias Mar, se me ocurre ahora
que las lagrimas de Mar son saladas
muy lindo, un poquito de envidia da, pero de la buena jaja
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