jueves, 31 de marzo de 2011

El beso

Muchas especies utilizan el olfato para reconocerse entre sí, para saber si la hembra está en condiciones de aparearse e incluso para establecer jerarquías sociales dentro de un grupo o manada.
Según Diane Ackerman, gran parte de nuestro placer al besar es en realidad, un placer de oler y acariciar con nuestra cara, el rostro del otro. Un rostro cargado de olores personales. Un beso parece ser un olfateo prolongado del ser amado, de un pariente o un amigo. De hecho en Borneo, sobre el río Gambia, en África Occidental, en Birmania, en Siberia y en la India la palabra usada para denominar al "beso" significa "olor". Otras culturas directamente se huelen o se frotan las narices como es el caso de los esquimales.
Hace muchos años atrás una situación forzosa provocó una añosa separación con mi padre. Después de muchos años nos volvimos a encontrar. En mi fantasía de niño temía que después de tanto tiempo él no me reconociera y cuando nos encontramos, recuerdo que él se quedó abrazandome mientras olía mi cabeza, mi pelo. No hubo beso, él me olía como si me estuviera "respirando". Yo mismo olía a mis hijas y aún lo hago, tienen en su aroma personal algo de cuando eran chiquitas. Es un aroma disfrazado y disimulado por los desodorantes, perfumes y jabones que no logran borrar las trazas de su olor original que persisten como una huella de cuando eran cachorras.
El olor de mi compañera es portador de nuestra historia, de nuestros momentos felices, de nuestro cariño.
Todos hemos experimentado ese viaje mágico e instantáneo a aquellos lugares de nuestra infancia que ni sospechábamos que habitaran nuestra memoria, al sentir repentínamente el olor y de una comida, una planta, etc.
El olfato es, entre todos los sentidos, el más difícil de explicar, no hay palabras para explicar un olor que no recurra a otros sentidos como el gusto (olores dulces) o incluso el tacto (olores suaves), etc. y sin embargo está conectado a nuestra memoria de una manera tan contundente que nos toma casi siempre por sorpresa.
 Oler amorosamente a alguien es incorporar a nuestros pulmones, a nuestro cuerpo una parte de él.
¿Será tal vez que de los pulmones pasan a nuestra sangre y viajan por el torrente sanguíneo hasta nuestro cerebro para formar finalmente parte de nuestras neuronas?
¿Será que al olerlos nuevamente nuestas células se reconocen a sí mismas en el olor del otro?
No lo sé, pero sí sé lo que es transitar por la fuerte emoción de detenernos de tanto en tanto en el abrazo y complementarlo con un suave reconocimiento olfativo, abrir los pulmones al otro, entrar en ese contacto íntimo que es incorporar con nuestros pulmones a nuestros hijos, nuestras parejas y nuestros amigos.

7 comentarios:

Viejex dijo...

Que interesante, nunca lo habría notado por mi mismo.

Saludos.

GL dijo...

Me gustó como lo escribiste. Oler y amar, también atesoro en la memoria ese olor de los que amo. Muy lindo texto.

Dario Kullock dijo...

Gracias por sus comentarios.
Viejex: me alegra haber ayudado a hacer notar los olores.
Los escritos: amar con todos los sentidos.

Paula dijo...

Me encantó... muchas veces pienso en este tema pero no hubiera logrado expresarlo de la forma tan bella en que lo hiciste.
Mi mamá se emocionó un día en que nos escuchó, a mi hermana y a mí, hablando del "olor a mamá"...

Dario Kullock dijo...

Qué lindo lo que me contás, Paula

Flaca dijo...

Cada vez que voy a Chacabuco al entrar a la casa me emociona encontrarme con el olor de mi mamá Tulema en su cama, en su ropa, en su cuerpo, en las toallas del baño....

Dario Kullock dijo...

Si, flaca, ¿cómo es de animal el olor? y cómo es de humano.