sábado, 5 de junio de 2010

FUGU

Pai Mien contempla al pez globo que nada orgulloso en la pecera principal de la cocina del palacio real. Sólo una persona en el reino está autorizada a preparar fugu, el más sublime de los platos japoneses y esta persona es Pai Mien. El gato del emperador mira a Pai Mien, con esa mirada de superioridad que tienen los gatos. Sólo una persona en el reino está auroriazada para disfrutar del fugu, el más sublime de los platos japoneses y esta persona es el emperador. Años atrás su primo, osó provar el fugu pagando con su vida tamaña reveldía. Inmediátamente después de haber terminado el exquisito pez una sensación de placer nunca antes vivida tomó su cuerpo y un instante después todos sus músculos se inmovilizaron menos el corazón que siguió latiendo en su cuerpo paralizado durante quince minutos eternos. Esa misma noche su cocinero se suicidó.
El fugu mira a Pai Mien desde el otro lado del vidrio, con la mirada extrañamente humana que le da el tener párpados. Pai Mien conoce los secretos milenarios de la preparación del fugu, cinco años se había preparado con su maestro, el cocinero que lo había antecedido. Había visto cómo cortarlo, cómo manipularlo y cómo lavarlo para que el veneno saliera de su cuerpo casi completamente. Sólo debería quedar una cantidad pequeña de veneno, lo suficiente para que los labios del emperador se pusieran rojos, vibrantes y preparados para el amor, pero no lo tanto como para la fatalidad.
Pai Mien repasa en su cabeza el procedimiento, su maestro había muerto y él debía debutar en la preparación del fugu. La secuencia de acciones sería rápida para que el corazón del pez irrigue su sangre hasta último momento.
Toma al pez con las dos manos, lo saca del agua y antes que empiece a boquear le corta la cola y las aletas, realiza un tajo superficial a lo largo del vientre y retira toda la piel con un solo movimiento, el cuerpo aún respira cuando Pai Mien mete su mano dentro y extrae la partes que servirían en el plato imperial. El gato del emperador mueve la cola nerviosamente mientras sigue los movimientos precisos del cocinero. Pai Mien obseva de reojo al gato. Piensa que el felino impune correría inmediátamente a contarle al emperador cualquier error que cometiera. La muerte estaba a la vuelta del mínimo error. Pai Mien junta los restos del pez y se los da al gato. El gato se acerca con desconfianza, siempre actúa con desconfianza. Minutos después, rígido, como embalsamado, yace en el suelo de la cocina revosante de veneno.
Cuando termina de preparar el plato, se encamina hacia el comedor del palacio donde el emperador acaba de acomodarse frente a la mesa. Detrás los sirvientes. Coloca parsimoniosamente el plato frente al emperador, este hace un gesto con la mano y uno de los sirvientes se adelanta, corta un trozo de fugu y lo ingiere. El emperador lo observa con atención durante unos minutos, los labios del sirviente se tornan rojos y candentes mientras sonríen con la felicidad que da el placer. Satisfecho, el emperador le indica a Pai Mien que se retire, luego mira el plato, el pez que alguna vez fue mortal está trozado en el centro del plato, rodeado de verduras, una salsa y trozos de carne. Lo primero que prueba el emperador es justamente esa carne, dejando al pez para lo último, postergando el mejor bocado para el final. Termina las verduras y la carne que rodea al pez, es tierna, no llega a identificar qué tipo de carne es pero le indica a su sirviente que vaya a la cocina, felicite al cocinero y le pregunte por el origen de esa carne. El sirviente se retira con pasos veloces y rítmicos. El emperador está por comer su primer bocado de fugu. El sirviente entra en la cocina y lanza un grito de alarma ante la visión del cuerpo del cocinero colgado junto a las ollas. Alarmado por los gritos, el emperador traga y se levanta de su silla. El sirviente corre al comedor a advertir de lo sucedido al emperador. El sirviente nunca llegó a advertir al emperador, el emperador nunca llegó a provar el fugu y en medio de la trágico final quién se va apreguntar por el gato.

4 comentarios:

La lectora dijo...

pobre gato...
muy bueno el texto, y eso que detesto todo lo relacionado a matar animales! (lo digo por el pobre pez).

Dario Kullock dijo...

También pobre emperador, después de todo también es un animal.

La lectora dijo...

por supuesto, por supuesto :)

Anónimo dijo...

ProBar, reBelde, y alguna más que no me acuerdo