viernes, 24 de julio de 2009

La fiesta inolvidable

La noche de mi cumpleaños llegó y me senté en el sillón a esperar que viniera el primer invitado. Con el correr del reloj mi preocupación de que no alcanzaran la comida se fue desvaneciendo. Nadie vino y pasé la noche acompañado sólo por mí mismo que, por supuesto nunca cometería la descortesía de faltar a mi cumpleaños y mucho menos sin avisar. No me lo perdonaría, no volvería a dirigirme la palabra ni a mirarme a los ojos. No me molestaba tanto la ausencia de invitados, sino el hecho de que no me dieran una razón para haber faltado, así, ante la falta de inventiva de mis amigos confeccioné el siguiente listado para que completaran:

Mi querido/ estimado/ amado/ amigo (tachar lo que no corresponde, tratando de dejar algo):
Estar en tu fiesta me hubiera hecho la persona más feliz del mundo (exceptuado a los que asistieron, que seguramente se sentirán tan radiantes como yo si estuviera), sin embargo no tuve alternativa y me angustió no poder concurrir dado que (señalar con una cruz la o las opciones correctas):
1) Choqué con un camión y quedé atrapado/a entre sus fierros. Tres días después apareció la policía y me rescató de entre los restos, sin aliento y deshidratado. Estuve en terapia intensiva. Me dijeron las enfermeras que deliraba pidiendo que llamaran para avisarte que no iría a tu fiesta o que me llevaran en la camilla a tu casa, yo sostendría el suero y bailaría feliz de estar con vos.
2) Me secuestraron. Los delincuentes no me soltaban porque me negaba a darles un número de teléfono al que pedir rescate sin antes llamar a tu casa para avisarte los motivos de mi retraso y pedirte que me guardes una porción de torta hasta que fuera liberado.
3) Me resbalé en la bañadera cuando me preparaba para ir a tu fiesta y me golpeé la cabeza, sufriendo de amnesia temporal. Sin embargo en medio de esa pérdida de la memoria, la fuerza del cariño hizo que recordara que debía llamarte pero no recordaba tu número de teléfono, ni qué debía decirte, ni tampoco quién eras vos.
4) Mi mujer/marido me abandonó y se fue con mi socio dejándome en la calle, pero no hubiera sido motivo de ausencia, si no fuera porque ella/él me ató a un árbol mientras le suplicaba que por favor no lo hiciera. Porque dejarme sin el auto, sin la casa, sin la tenencia de mis hijos, vaya y pase, pero hacerme esto el día de tu cumpleaños no tiene perdón de dios. Que al menos tuviera un gesto de humanidad y te avisara que no podría ir a la fiesta. Pero evidentemente no te avisó y ahora sí me va a tener que escuchar; le voy a meter un juicio que se va a arrepentir.
5) Otros:
Firma y aclaración:

Cuando terminé el documento, envié copias a mis amigos, junto con una carta en la que los invitaba a no venir a una siguiente fiesta que organizaría con el objetivo de que repararan su error, esta vez facilitándoles la tarea de disculparse.
El sábado siguiente la mesa estaba servida para todas las personas que no vendrían por alguna de las razones especificadas. El timbre sonó y el cartero puso en mis manos los formularios completos. Esa noche fui feliz. Leí incontables veces las cartas repletas de buenos deseos, demostraciones de cariño y oportunas justificaciones. Bailé y salté de alegría toda la noche y brindé a la salud de todos hasta agotar la bebida que había quedado de la reunión anterior. Al otro día, cuando desperté la casa era un desorden. Es notable el caos que son capaces de hacer mis amigos cuando se juntan para no venir a mi cumpleaños.

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