domingo, 19 de mayo de 2013

LA MONTAÑA Y EL RÍO (Parte 10)


En poco tiempo, como si hubiera nacido para ello, Eugenia aprendió a cultivar el huerto, regarlo, desmalezarlo, cuidarlo y cosechar sus frutos. Preparaba la comida, limpiaba la casa y también cuidaba las ovejas que se habían multiplicado y eran la fuente de carne y leche. Cuando el año era bondadoso y fértil con el rebaño, utilizaban como moneda de trueque la carne de oveja o su lana.
Cuando la temporada era propicia Antonio salía a cazar y a menudo se ausentaba por dos o tres noches. Cuando bajaba al pueblo para abastecerse de combustible para las lámparas, herramientas, etc. Eugenia quedaba a cargo de la casa, la huerta y los animales. Ocasionalmente pasaba algún caminante en temporada primaveral, se detenía a descansar en la casa y, como dictaba la costumbre, recibía cama y comida si era necesario. Ella los atendía poniendo un plato más en la mesa.
Los inviernos eran blancos y tediosos. Dos meses antes de que llegaran los intensos fríos invernales Antonio empezaba con la preparación de los licores que harían el encierro más tolerable. Colocaba en una gran olla piel de naranja, alcohol, agua, luego le agregaba clavo de olor o una rama da vainilla y canela, cuando había. A lo largo de todo un mes, al levantarnos y luego antes de acostarnos, removíamos el líquido que iba tomando consistencia e invadiendo toda la casa con su aroma. Los olores del licor se sentían incluso desde afuera de la casa. Cuando los licores eran de mandarina el proceso llevaba exactamente dos meses. Luego llenaban las botellas con un pequeño embudo de hojalata con una oreja. Esta última parte del proceso lo hacia sólo él. Ni una sola gota se derramaba fuera del recipiente. Con un cucharón vertía poco a poco todo el contenido en los recipientes de vidrio y los tapaba con los corchos que guardaba en una bolsa de arpillera. Llegada la nieve, a través de una hendija de la pared Eugenia la miraba caer y esperaba aproximarse algún animal que curioseaba por los alrededores.
Eugenia sabía que llegando la mitad de la temporada su padre realizaba un rito mágico que ella esperaba con una mezcla de temor y encanto. En un recipiente de barro cocido echaba aguardiente y azúcar, después agregaba mondaduras de limón y unos granos de café; con una gran cuchara de madera que él mismo había tallado sobre una rama de pino, revolvía con lentitud litúrgica durante varios minutos, mientras sus ojos seguían el curso del agua arremolinada en el centro del recipiente; entonces le pedía que hiciera nevar azúcar en torno al remolino hasta que dijera basta. Cuando el brebaje se calmaba, llegaba lo mejor, esperaban la llegada de la noche, apagaban las luces de la casa y en medio de la oscuridad Antonio encendía un fósforo y lentamente lo acercaba a la boca de la vasija, entonces se producía un sonido como el de una ráfaga de viento soplando por la boca de un botellón ancho y una llamarada surgía. La flama se levantaba inundando todo con reflejos amarillos y verdes. Padre e hija compartían el ritual de agitar suavemente el fuego con una cuchara cada uno, esa danza tibia era una de las pocas cosas que compartían placenteramente los dos. Mientras el fuego se mecía suavemente iluminando sus caras Antonio recitaba un conjuro que con el tiempo Eugenia había aprendido y que finalmente los dos al unísono lo hacían resonar entre las paredes:

“Mouchos, coruxas, sapos e bruxas.
Demos, trasnos e dianhos, espritos das nevoadas veigas.
Corvos, pintigas e meigas, feitizos das mencinheiras.
Pobres canhotas furadas, fogar dos vermes e alimanhas.
Lume das Santas Companhas, mal de ollo,
negros meigallos, cheiro dos mortos, tronos e raios.
Oubeo do can, pregon da morte, foucinho do satiro e pe do coello.
Pecadora lingua da mala muller casada cun home vello.
Averno de Satan e Belcebu, lume dos cadavres ardentes,
corpos mutilados dos indecentes, peidos dos infernales cus,
muxido da mar embravescida.
Barriga inutil da muller solteira, falar dos gatos que andan a xaneira, guedella porra da cabra mal parida.
Con este fol levantarei as chamas deste lume que asemella ao do inferno, e fuxiran as bruxas acabalo das sas escobas, indose bañar na praia das areas gordas.
¡Oide, oide! os ruxidos que dan as que non poden deixar de queimarse no agoardente, quedando asi purificadas.
E cando este brebaxe baixe polas nosas gorxas, quedaremos libres dos males da nosa ialma e de todo embruxamento.
Forzas do ar, terra, mar e lume, a vos fago esta chamada:
si e verdade que tendes mais poder que a humana xente, eiqui e agora,
facede cos espritos dos amigos que estan fora,
participen con nos desta queimada.”[1]


[1] Búhos, lechuzas, sapos y brujas.
Demonios maléficos y diablos, espíritus de las nevadas vegas.
Cuervos, salamandras y meigas, hechizos de las curanderas.
Podridas cañas agujereadas, hogar de gusanos y de alimañas.
Fuego de las almas en pena, mal de ojo, negros hechizos, olor de los muertos, truenos y rayos.
Ladrido del perro, anuncio de la muerte; hocico del sátiro y pie del conejo.
Pecadora lengua de la mala mujer casada con un hombre viejo.
Infierno de Satán y Belcebú, fuego de los cadáveres en llamas, cuerpos mutilados de los indecentes, pedos de los infernales culos, mugido de la mar embravecida.
Vientre inútil de la mujer soltera, maullar de los gatos en celo, pelo malo y sucio de la cabra mal parida.
Con este cazo levantaré las llamas de este fuego que se asemeja al del infierno, y huirán las brujas a caballo de sus escobas, yéndose a bañar a la playa de las arenas gordas.
¡Oíd, oíd! los rugidos que dan las que no pueden dejar de quemarse en el aguardiente quedando así purificadas.
Y cuando este brebaje baje por nuestras gargantas, quedaremos libres de los males de nuestra alma y de todo embrujamiento.
Fuerzas del aire, tierra, mar y fuego, a vosotros hago esta llamada: si es verdad que tenéis más poder que la humana gente, aquí y ahora, haced que los espíritus de los amigos que están fuera, participen con nosotros de esta queimada.

2 comentarios:

Viejex dijo...

Que gran imagen la descripción de la queimada. Me gusta mucho este relato.

Dario Kullock dijo...

Muchas gracias. Es un honor su comentario