Golpean la puerta, hace rato que deben estar
golpeando porque incluí los golpes en el sueño. Miro el reloj, dudo, no sé si
estaba soñando o me despertaron los golpes. Es la una de la mañana, mi
compañera duerme, debe haber sido un sueño. “papito” escucho en la voz
temblorosa de mi hija detrás de la puerta del dormitorio. Sé que está asustada,
reconozco el tono de su pequeña voz de cuatro años.
No contesto porque no quiero que mi
compañera se despierte. Me levanto rápido y silencioso, el piso está frío. Abro
justo a tiempo para evitar el siguiente llamado. La levanto en brazos “papito,
papito, tengo miedo”. Se me aprieta el corazón cuando la tengo agarrada de mi
cuello como si no fuera a soltarse en toda la noche, como un cachorro de mono.
-Miedo de qué- le pregunto.
-Le tengo mucho miedo a los monstruos-
contesta despacito, pegada a mi oído.
-Si querés dejamos la luz del velador
prendida ¿qué te parece?.
-Bueno, pero quédate conmigo.
La llevo a su cama y me siento en el piso,
junto a ella, con mi mano en su cabeza.
-¿Te vas a quedar toda la noche?
-Toda la noche no, me quedo hasta que te
duermas- No puedo mentirle, no quiero que se despierte, no me vea y piense que
la engañé.
-Pero tenés que cuidarme toda la noche. Yo
sola no voy a poder.
-Dejame pensar qué podemos hacer, porque
yo voy a tener que dormir en mi cama.
Empiezo a cantarle una canción con la
esperanza de que se duerma antes de terminarla pero tengo los ojos redondos y
abiertos de mi hija mirándome desde el borde de la sábana, como si no fuera a
dormirse en toda la noche. Esto no va funcionar, pienso.
-Dibujemos un cartel- pienso y le digo
simultáneamente.
-¿Un cartel?-
-Traigo una hoja y vos hacés un dibujo
para espantar a los monstruos. Después la pegamos en la puerta de tu
dormitorio, entonces cuando los monstruos vean el dibujo, se van a asustar y se
van a ir corriendo. No se van a animar a entrar.
La idea parece funcionar, le traigo una
hoja y unos crayones. Nos ponemos en el piso y charlamos mientras ella dibuja
un monstruo espanta monstruos. Está muy divertida.
Lo pegamos con cinta en la puerta. La acuesto
y le doy un beso.
-¡Le falta algo! No te vayas. ¿Y si no se
asustan?
Temo que no dormiré en toda la noche -¿qué
le falta?-
-Tenés que escribir “Prohibido entrar a los
monstruos”.
Con un crayón rojo escribo “Prohibido
entrar a los monstruos”
-¿Está bien así?-
-Así está perfecto. Buenas noches, papá.
-Buenas noches, hijita.
-Gracias por espantar a los monstruos.
Vuelvo a la cama, son las dos y media de
la mañana. Mi compañera se acurruca en mi pecho, dormida.
2 comentarios:
Hola Dario. Me encanto; cuanta ternura. Gracias
gracias, Ana.
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