jueves, 10 de mayo de 2012

BENIGNO


El año pasado, como colofón (¡qué palabra! Parece un instrumento musical) de una uña mal cortada se produjo en el dedo gordo de mi pie izquierdo, un bulto doloroso que, según un médico amigo, se llama granuloma.
Es un tipo de tumor benigno, pero parece que por más benigno que fuera, había que sacarlo. No entiendo por qué. Si fuera benigno deberían ponerme más de eso. Pienso que hay que terminar con ese eufemismo de llamar benigno a un tumor. Me dirán que es benigno si lo comparás con un cáncer, pero no. Benigna es la vitamina “C” que te ayuda a prevenir un resfrío; el calcio que refuerza los huesos o la lluvia, para la cosecha. Pero un tumor ¿en qué te beneficia para que merezca el calificativo de benigno?
La cuestión es que debían sacarme el granuloma. A medida que se acercaba el día de la operación, la imagen del cirujano armado de un bisturí y dispuesto a cortarme iba tomando forma más concreta. Entonces elaboré las siguientes dos hipótesis basadas en mis propias sensaciones:
1)      La gravedad de una operación quirúrgica es inversamente proporcional a la cercanía del corte con respecto a la cabeza. Es decir que cuanto más lejos de la cabeza esté, es menos impresionante para el cortado (y no me refiero a un café con leche). A medida que se acerca más al pie se hace más tolerable. Ni hablar cuando sigue de largo y el corte se produce más allá del pie.
2)     La gravedad de la operación quirúrgica es proporcional a la profundidad del órgano a cortar. Es decir que cuanto más cerca de la superficie se encuentre es más tolerable.
Llegó el día de lo que los médicos llamaban cirugía pero que para mí no era más que un corte insignificante en la punta opuesta a mi cabeza y a sólo milímetros de profundidad. Para ir al sanatorio me puse un pantalón lo suficientemente cómodo como para levantarme la botamanga, que me sacaran el granuloma del dedo e inmediatamente después irme a casa. Dudé si ir en bicicleta o en taxi y ante la insistencia de mi familia fui en taxi. Cuando entré al consultorio caí en la cuenta de mi error. Tuve que sacarme toda la ropa, me pusieron un camisolín humillante, me conectaron una sonda en las venas y me subieron a una camilla. No tuve tiempo de decir que paren todo y que quería irme a mi casa con mi granuloma, que después de todo era benigno ¿qué me podía hacer? Podía convivir con algo benigno. Mi cuerpo necesita cosas benignas.
Pero ya estaba en el quirófano y no quería parecer un cobarde frente a todos. El doctor me explicó lo que iban a hacer mientras sonaba en un aparato los latidos de mi corazón. Yo estaba más atento a ese aparato que a lo que me decía el doctor ya que si dejaba de sonar significaba que estaba muerto y no quería ser el último en enterarme.
Como la anestesia era local estaba consciente de todo lo que pasaba a mi alrededor incluso de los comentarios que el personal hacía. Pero ellos al parecer no estaban conscientes de mí o tal vez tenían anestesiado el sentido de la oportunidad porque no se cuidaban de decir cualquier cosa frente a ese cuerpo que estaba tirado en la camilla y que era yo. “Mirá todo lo que le sacó de adentro, ¿Era necesario cortar tanto?” Y cosas por el estilo.
Cuando la cirugía terminó me llevaron a una habitación para esperar que la anestesia dejara de surtir efecto, lo cual pasó mucho más rápido de lo que yo hubiera querido. Pronto llegó el doctor y al ver mi cara de dolor dijo: “esta operación se la hice muchísimas veces a niños y ninguno se quejó de dolor”, con lo cual hice un enorme esfuerzo en disimular. Si un niño puede…
Aquí estoy. Googleando granuloma en mi computadora portátil pero parece que no hay wifi en el sanatorio. La próxima vez pido que me operen en un ciber.

No hay comentarios: