Camilo camina con su padre siguiendo la orilla del río Atuba, que corretea manso entre árboles y pastizales, cerca de la casa que habían alquilado en la ciudad de Curitiva para pasar las vacaciones. Nunca antes había estado junto a un río. El sonido del agua volvió irresistible sus ganas de orinar y eso hizo uniendo su agua a las del Atuba.
Adónde va este río- preguntó Camilo
Se junta con otro río que se llama Iguazú –contestó el papá
Minutos después iban camino a las cataratas en una excursión. Camilo impactado descubrió la monumental “Garganta del Diablo”.
Desde ese día Camilo tuvo mucho más cuidado a la hora de elegir dónde orinar.
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