En mi escuela los llamados "docentes curriculares" se enferman, faltan. No pasa una semana sin que alguno de ellos falte por enfermedad. Si no es el de plástica es el de música o el de tecnología. No puedo contar con esos preciados momentos en los que descanso un poco de estar al frente del aula. No es que no me guste el aula. De hecho es lo que más me gusta, pero como dijo un amigo una vez: "el dulce de leche es lo más rico que hay pero después de los dos kilos, empalaga"
Todos se enferman, pero yo hace más de un año que mantengo esta maldita salud de hierro, o lo que es peor, algún resfrío pasajero, algún dolor de cabeza. Nada que me permita faltar al trabajo por enfermedad.
Ya no sé qué hacer. Trato de estresarme atiborrádome de trabajo, creando nuevas obligaciones, desorganizándome. Pero nada...
Trato de provocar que el cuerpo colapse proporcionandome un año particularmente agotador, me divorcio, me mudo, me acuesto tarde, me alimento mal y de manera irregular. Pero nada...
No sé cómo mis compañeros lo hacen.
Yo no logro ni la menor de las somatizaciones. Dicen que el cuerpo dice lo que la boca calla, y yo trato de no contar nada de nada pero mi cuerpo sigue mudo. Ni una erupción, ni una disfunción hepática, nada. Nunca estuve más saludable, ni siquiera en esos años en los que la pasaba verdaderamente bien y tenía tempo para descanzar.
La negación es de los mecanismos de defensa el más ineficaces, con ella se logran verdaderas afecciones corporales y yo, niego, niego, niego, y sin embargo no logro tener ninguna afección, invulnerable. No me bajan las defensas aunque me lo proponga, tomo frío y cuando alguien estornuda cerca mío yo respiro con todas mis ganas, si alguien tiene una eruptiva lo abrazo y lo beso... nada.
Seguramente cuando lleguen las vacaciones estaré en mejores condiciones, una hepatitis o algo así, que me deje inhabilitado para disfrutar mi tiempo libre.
Todos se enferman, pero yo hace más de un año que mantengo esta maldita salud de hierro, o lo que es peor, algún resfrío pasajero, algún dolor de cabeza. Nada que me permita faltar al trabajo por enfermedad.
Ya no sé qué hacer. Trato de estresarme atiborrádome de trabajo, creando nuevas obligaciones, desorganizándome. Pero nada...
Trato de provocar que el cuerpo colapse proporcionandome un año particularmente agotador, me divorcio, me mudo, me acuesto tarde, me alimento mal y de manera irregular. Pero nada...
No sé cómo mis compañeros lo hacen.
Yo no logro ni la menor de las somatizaciones. Dicen que el cuerpo dice lo que la boca calla, y yo trato de no contar nada de nada pero mi cuerpo sigue mudo. Ni una erupción, ni una disfunción hepática, nada. Nunca estuve más saludable, ni siquiera en esos años en los que la pasaba verdaderamente bien y tenía tempo para descanzar.
La negación es de los mecanismos de defensa el más ineficaces, con ella se logran verdaderas afecciones corporales y yo, niego, niego, niego, y sin embargo no logro tener ninguna afección, invulnerable. No me bajan las defensas aunque me lo proponga, tomo frío y cuando alguien estornuda cerca mío yo respiro con todas mis ganas, si alguien tiene una eruptiva lo abrazo y lo beso... nada.
Seguramente cuando lleguen las vacaciones estaré en mejores condiciones, una hepatitis o algo así, que me deje inhabilitado para disfrutar mi tiempo libre.
2 comentarios:
jaja muy bueno. Le deseo una fiebre antes de las vacaciones, preferentemente fuera de los feriados y empezando un lunes
gracias por sus deseos, Tuky. Son bien recibidos
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