martes, 26 de junio de 2012

querido diario:


Querido diario:
Hoy a la mañana desayuné. Qué alivio. Comí hasta reventar, ya no me importa ser un huevo revuelto o una tostada con manteca.
Tanto comí que no podía ni moverme para levantar la mesa y lavar lo que había ensuciado. Me ordené hacer el trabajo pero no me obedecí. Me revelé a mi mismo. Si yo, el amo estaba lo más campante tirado en el sillón, también yo, el esclavo, tenía derecho a hacerlo. No por ser esclavo mío dejo de ser una persona. No voy a tolerar ningún abuso de poder de mi parte y tampoco toleraré mis insubordinaciones. Qué me creo que soy, me dije. Lo mismo digo me contesté.
Así terminó mi pasaje fugaz por la esclavitud. No es que tenga nada contra los esclavos. Si a ellos les gusta, allá ellos. No pienso dejarme explotar por mí mismo.

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