lunes, 31 de enero de 2011

Un ratito más

Ya lo dijo Carlos, el psicólogo, “No creo que estés mintiendo, de hecho estoy convencido de que decís la verdad…”

No me mires así, no estoy diciendo que debamos dejar de vernos, pero vos viste cómo nos mira la gente y también están mis amigos. Se asustan, no nos quieren invitar a sus casas. Al final los únicos que me entienden son Carlos y vos. Vos más, es cierto. Pero es que nos conocemos desde siempre, o casi siempre.

Desde el día en que me perdí en el parque. A veces pienso que me dejaron ahí apropósito, para perderme, aunque vos me digas todo el tiempo que no es así, yo me doy cuenta que lo hacés para tranquilizarme.

Siempre te agradecí que aparecieras y me salvaras. Esa planta carnívora me hubiera devorado con sus dientes puntiagudos y babeantes. Pensé que me iba a morir de terror antes de que me tocaran. No sé de donde saliste con tu capa voladora, tu pelo amarillo, tan valiente, tan fuerte y de un sablazo la destrozaste. Después me miraste y remontaste vuelo.

“No hay plantas carnívoras en la plaza” me decía mamá y papá le daba la razón, como siempre.

O la vez que el inodoro de casa empezó a hacer esos ruidos tan extraños. Yo sabía que de un momento a otro saldría ese monstruo con garras verdes, todo lleno de escamas. Creí que me desmayaría pero otra vez apareciste y otra vez me rescataste y desde entonces no te separaste más de mí.

Yo pensé que estaba volviéndome loca. “Hay dos realidades”, me dijo Carlos, “una que todos ven y otra que sólo está adentro de tu cabeza”. Pero yo te confieso que me muero de miedo de pensar en no tenerte conmigo, aunque sólo yo te vea. Porque a mí no me importa que los demás no te vean. Por eso te quería pedir que por favor que no te vayas de mi cabeza, por lo menos hasta que todos los monstruos se hayan ido.

1 comentario:

La lectora dijo...

Más vale monstruo conocido...