Un día llevé a mis alumnos de primer grado de excursión con los de segundo al zoológico. Empezamos nuestro recorrido de jaula en jaula leyendo los carteles de cada uno de los animales. Cuando llegamos a las jirafas, el cuidador nos mostró con orgullo la nueva adquisición: una joven jirafa, recién llegada de la sabana africana. La habían colocado en un predio lindante con el de la vieja jirafa. “¿Por qué están separadas?” preguntó Candela, una de las nenas de primero. “Porque no se conocen y si las ponemos juntas se van a pelear”, contestó. “Pero si están separadas nunca se van a conocer” replicó Candela.
Unos instantes después apareció ante nosotros un guarda uniformado que nos señaló la necesidad de que los alumnos hagan el recorrido ordenados en una o dos filas a lo sumo. Odio las filas escolares, de menor a mayor, una de mujeres y otra de varones, dos baldosas de distancia o, en su defecto, un brazo de separación, esa formación prusiana que inhibe la conversación y el intercambio.
Quise explicarle que de ese modo, cuando los primeros estuvieran en la jaula de los monos, los últimos estarían en la del elefante. Pero desistí al percibir su intransigencia; formé en una fila a primer grado y a segundo a continuación; di varios pasos hacia atrás para ver mi obra en su totalidad: una larga fila de alrededor de cincuenta metros de niños tomados de una soga que amablemente cedió el zoológico. “Demasiado larga”, pensé, y se me ocurrió la solución. Cuando llegamos a la jaula de los leones hice que la fila se “enroscara” sobre sí misma quedando un espiral. Cada vez que terminábamos con un animal, la fila se desenroscaba y nos íbamos en una fila zigzagueante, que los chicos bautizaron “la viborita”, hasta el siguiente. Varios hombres de seguridad nos siguieron a lo largo del recorrido sin encontrar ninguna cláusula que impidiera nuestra organización espiralada.
Terminando el recorrido, nos despedimos del zoológico, no sin que antes Candela le preguntase al cuidador cómo eran los condones de las jirafas “porque mi mamá me dijo que en África hay mucho sida”.
1 comentario:
¡Amo a Candela!
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