jueves, 30 de septiembre de 2010

El siguiente es un fragmento de la novela "El nido prestado" que le dio nombre a este blog.

“...así como luego del sueño feliz vamos hacia él, al despertar del sueño del dolor vamos en sentido contrario. En definitiva siempre vamos en dirección al paraíso, a pesar de las penas y gracias a ellas, ya que empujan nuestros pasos en el sentido opuesto a la tristeza.”
Rosa

Aterrizaje


Eran las siete de la mañana en España pero mi reloj marcaba aún la hora Argentina. Yo había estado esperando en el aeropuerto durante una hora a que llegara Julio. Fui a la cinta para buscar mi valija. Fue la última en pasar o pasó varias veces sin que pudiera reconocerla y ahora, que era la única que daba vueltas una y otra vez, no tenía más remedio que darme por aludida y reconocerla. La tomé.
Necesitaba un café pero temía que llegara Julio en el momento en que yo fuera al bar, también necesitaba urgentemente ir al baño pero temí lo mismo.
Finalmente no pude más y fui al baño y volví. Julio aún no llegaba o había venido y se había ido, no lo sabía en ese momento. Mientras tanto el panel del hall central mostraba los relojes de todo el mundo avanzando a coro. En Argentina, en España, en China y en todas partes habían transcurrido dos horas y cuarto desde que aterrizara el avión.
Tenía la dirección de Julio anotada en un papel dentro de una revista. Lamenté no tener un teléfono para saber si había salido o si por el contrario estaba en la casa, relajado, sin sospechar que estábamos en la misma ciudad, tan cerca y después de tanto tiempo, cinco años. Me convencí de que el telegrama avisando que llegaría antes de tiempo no había llegado. En ese caso él no vendría a buscarme.
Me pareció divertida la idea de tomar un taxi y tocar el timbre de su casa en Torrelodones. Él saldría a atender la puerta y yo estaría ahí, con la valija a un costado, en la vereda, frente a su puerta sorprendiéndolo.
Levanté el equipaje y me puse en marcha. Caminé rápidamente hacia el pasillo de salida, la puerta se abrió automáticamente y choqué de frente contra un hombre que entraba corriendo. Salí despedida y caí al piso con todas mis cosas. Me levanté para insultarlo y ambos nos descubrimos al mismo tiempo, así fue que luego de contemplarnos unos instantes nos encontramos en un largo abrazo. Julio había llegado y yo, aunque se había frustrado el plan de sorprenderlo en la puerta de su casa, me sentí recuperada de la invisibilidad en la que me sumí desde que había bajado del avión.

2 comentarios:

La lectora dijo...

Me encantó, Darío, cómo se hace para leer la novela completa?
Es decir, es el comienzo de una novela tuya?

Dario Kullock dijo...

Espero poder publicarla el año que viene.