lunes, 26 de octubre de 2009

Sabía demasiado

Entré en la habitación oscura y pasé toda la noche sentado al pie de la cama mirando tu silueta que se dibujaba sobre el fondo de la cabecera. Cuando tuve el valor suficiente te confesé todos mis pecados liberándome al fin de la culpa que pesaba sobre mis espaldas.
Uno tras otros se sucedieron los relatos de mis actos vergonzantes. Cuando los primeros rayos de la mañana entraron por las hendijas de las persianas, descubrí que no eras vos sino la almohada la silenciosa testigo de las confesiones. Tuve que destruirla, sabía demasiado.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Me encantó

fabian dijo...

buenisimo!!!!!!
fabian

Patricia Muñoz dijo...

Asesino!!!! JE

Dario Kullock dijo...

Ella se lo buscó