
Yo estaba tomando unos mates
con peperina sentado en una piedra cuando una voz me dice:
- ¿Me darías un amargo?
Me di
vuelta y ahí estaba, reconocí que era marciano por su color verde, su enorme
cabeza y los dedos índices de sus manos más largos que el resto y con una luz
en la punta.
Ustedes
dirán que no existen los marcianos pero yo hablo de marcianos como un
gentilicio general, como quien le dice gallego a cualquier español. No sé si era
de Marte, tal vez era de otro planeta, no lo sé. Te reconozco un acento
cordobés pero el acento marciano no lo tengo.
Le di un
mate y el sorbió por la bombilla.
-
Tiene yuyos- dijo.
-
Sí, le agregué un poco de peperina.
-
Je- dijo- como la canción de Charly
Se hizo un silencio que no
llegó a ser incómodo. Él me miraba y parecía divertirse mientras yo lo
observaba.
-
Usted no es de acá.- dije – no tiene nada de
acento cordobés.
-
No, vine para el 21 de diciembre de 2012.
-
Para el fin del mundo.
-
Sí.- dijo y se puso a reír- estuve en el
Uritorco, pero no fue nadie. Me quedé solito esperando reírme de la inocencia
de los humanos.
-
El gobierno cordobés cerró el acceso al cerro-
le informé.
-
Sí, me salió mal la broma- dijo con un tono de
tristeza que me pareció un fingida.
-
Y el mundo no se terminó.
-
Claramente, lo del fin del mundo lo inventé yo.-
dijo con el orgullo de quien acaba de inventar la penicilina o las
computadoras.
-
No me diga- le dije alargando la mano para
alcanzar el mate que me estaba devolviendo el marciano.
-
Sí- dijo- y no fue la primera vez. Usted tendría
que haber visto la cara de Noé, pobre. Cómo se puso a laburar para armar ese
zoológico flotante.
-
No me diga que fue usted el que le dijo que arme
el arca.
-
Le digo nomás- dijo el marciano- los creyentes
se creen todo, no por nada se llaman a sí mismos creyentes. Lo de ahora fue más
elaborado. Primero tuve que hacerle el bocho a un par de mayas influyentes para
que predigan el fin del mundo en nombre de toda la civilización maya, después a
esperar y esperar. Pero la verdad es que no valió la pena tanta espera.
Hicieron un poco de alboroto y nada más, yo me estaba preparando para hacerme
el festín.
-
Pasa, a veces uno planifica con mucha
anticipación y resulta un chasco. Una vez planifiqué una fiesta con tres meses
de anticipación y sólo fueron un par de amigos.
-
Eso mismo dice mi mujer- dijo el marciano- tenés
que ser espontáneo, Cacho, dejarte llevar por el momento.
-
¿Usted se llama Cacho?
-
No, no. Pero es como los chinos que aunque se
llamen Chiu Liung Min terminan llamándolo Martín porque es más fácil de
pronunciar. Usted dígame Cacho y listo.
Le di otro mate- Tome- le dije
-
Macanudo, el del estribo- de un saque hizo
chistar la bombilla y me lo devolvió. – Me tengo que ir, estoy armando una
nueva cachada para ustedes, empecé a difundir la idea de comer sólo alimentos
de seres que no sienten, lo llamo veganismo y está prendiendo como lo del fin
del mundo en los tiempos de Noé. En cuanto esté más difundido, voy a hacer
correr la bola de que las plantas son seres que sufren y gritan en frecuencias
que el oído humano no puede percibir. Van a terminar comiendo piedras.
-
Qué ocurrencias tiene.
-
Yo soy Cacho y hago cachadas, pero ustedes caen
en todas.- dijo.
Se subió al canasto de una bicicleta y se fue volando, ya
estaba oscuro y su silueta se dibujaba sobre la luna. Al final somos iguales en
cualquier parte del universo, cuando hay mate con peperina la gente se relaja y
te cuenta todo.
1 comentario:
¡Qué ocurrente este Cacho!
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