Lo primero que hizo Estrella al día siguiente fue copiar
una y otra vez su nombre en interminables papeles que salían del morral
fantástico. Una y otra vez fue escrito su nombre por su propia mano y dicho
luego por su propia boca y cada vez que eso sucedía, ella era más dueña
de sí, como un conjuro. Hasta que finalmente no necesitó copiar esas letras,
que ordenadas de esa manera y no de otra, eran ella misma, y fue una poderosa
palabra, poderosa como el conjuro mágico de la queimada “…fuerzas del aire,
tierra, mar y fuego, a vosotros hago esta llamada…”
Luego escribió mesa, silla y ventana… y los fue
colocando en los distintos lugares de la casa hasta que ésta quedó poblada de
papelitos. Cada cosa quedó rotulada. Cada objeto fue nombrado,
escrito y denominado con su pequeño cartel correspondiente. Así fue creado un
nuevo universo dentro del universo. Un universo que se recreaba a medida que Estrella
escribía y nombraba. Con cada nombre el objeto cobraba calidad de nuevo, era
reinventado e incluido en ese mundo recién nacido donde la realidad podía ser
distinta.
Todo tomaba consistencia y cuerpo al mismo
tiempo que era nombrado y escrito. La mesa podía hacer aparecer manjares nunca
probados, la ventana mostraba paisajes soñados. Era Alicia del otro lado del
espejo.
Salieron a la mañana nublada. El viento había secado la
superficie del planeta. Él se echó de espaldas mirando las nubes moverse encima
de las cumbres. Canturreaba algo detrás de su boca cerrada, una melodía que
hacía rulos con el sonido y los labios le vibraban mientras marcaba sobre su
pecho golpes rítmicos con sus dedos.
Estrella se sentó junto a él. Estrella, el sol está
blanco, y ella levantó sus ojos negros como los de su madre. Por la noche las nubes huyeron del
viento. El fuego nació en la
chimenea. Llamada, pensó.
Llamada llamada, pensó en vos alta y escribió en su
cuaderno, con letras grandes, ocupando toda la primera página inaugural, su
primer texto inaugural: llamada llamada.
Después de comer, cuando él se dispuso a contarle el
comienzo de una nueva historia, ella interrumpiendo, abrió su cuaderno y le leyó: llamada llamada. Él Tardó en comprender el juego polisémico
que Estrella había armado y luego sonrió ampliamente festejando el
descubrimiento, muy bien, muy bien, eso es fantástico. Te felicito Estrella, ya
eres una escritora.
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