martes, 18 de junio de 2013

LA MONTAÑA Y EL RÍO (Parte 19)

Lo primero que hizo Estrella al día siguiente fue copiar una y otra vez su nombre en interminables papeles que salían del morral fantástico. Una y otra vez fue escrito su nombre por su propia mano y dicho luego por su propia boca y cada vez que eso sucedía, ella era más dueña de sí, como un conjuro. Hasta que finalmente no necesitó copiar esas letras, que ordenadas de esa manera y no de otra, eran ella misma, y fue una poderosa palabra, poderosa como el conjuro mágico de la queimada “…fuerzas del aire, tierra, mar y fuego, a vosotros hago esta llamada…”
Luego escribió mesa, silla y ventana… y los fue colocando en los distintos lugares de la casa hasta que ésta quedó poblada de papelitos. Cada cosa quedó rotulada. Cada objeto fue nombrado, escrito y denominado con su pequeño cartel correspondiente. Así fue creado un nuevo universo dentro del universo. Un universo que se recreaba a medida que Estrella escribía y nombraba. Con cada nombre el objeto cobraba calidad de nuevo, era reinventado e incluido en ese mundo recién nacido donde la realidad podía ser distinta.
Todo tomaba consistencia y cuerpo al mismo tiempo que era nombrado y escrito. La mesa podía hacer aparecer manjares nunca probados, la ventana mostraba paisajes soñados. Era Alicia del otro lado del espejo.
Salieron a la mañana nublada. El viento había secado la superficie del planeta. Él se echó de espaldas mirando las nubes moverse encima de las cumbres. Canturreaba algo detrás de su boca cerrada, una melodía que hacía rulos con el sonido y los labios le vibraban mientras marcaba sobre su pecho golpes rítmicos con sus dedos.
Estrella se sentó junto a él. Estrella, el sol está blanco, y ella levantó sus ojos negros como los de su madre. Por la noche las nubes huyeron del viento. El fuego nació en la chimenea. Llamada, pensó. Llamada llamada, pensó en vos alta y escribió en su cuaderno, con letras grandes, ocupando toda la primera página inaugural, su primer texto inaugural: llamada llamada.

Después de comer, cuando él se dispuso a contarle el comienzo de una nueva historia, ella interrumpiendo, abrió su cuaderno y le leyó: llamada llamada. Él Tardó en comprender el juego polisémico que Estrella había armado y luego sonrió ampliamente festejando el descubrimiento, muy bien, muy bien, eso es fantástico. Te felicito Estrella, ya eres una escritora.

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