Me sobresaltó el timbre. Es la primera vez que lo escucho, ni siquiera sabía que había un timbre en esta casa y eso que hace años que vivo aquí. Hace un par de horas que volví de la calle y no había timbre alguno.
Salí en medio de mi confusión, pregunté quién es, pero nadie respondió. Abrí la puerta y me asomé a la vereda, efectivamente no había nadie, razón de sobra para que nadie me contestara. Me metí de vuelta a mi casa y en ese mismo instante el timbre volvió a sonar. Me sobresalté. Voy a que cambiar el rington en cuanto me compre un timbre, pensé, algo de Chopin, o de Queen. Salí otra vez a la calle y el umbral seguía estando vacío. Así como estaba salí al super y me compré un microondas, nada extravagante, en la tele habían anunciado una promoción de cuatro turrones Namur y un microondas que centrifuga.
No confío en las promociones, en mi trabajo hace ya varios años que me vienen prometiendo una y resulta que siempre promueven a otro. Si quiero que me promuevan voy a tener que contratar a mis propias promotoras, con calzas rojas y todo; o disfrazadas de empanadas o de hombre araña en el trencito de la alegría.
Cuando llegué a la puerta de casa sentí la tentación de tocar el timbre y salir corriendo antes de que me abran pero tenía las manos ocupadas con los paquetes y además no tengo timbre.
Golpeé la puerta con la cabeza pero nadie me atendió, debe ser que vivo solo. Debo recordar salir con casco la próxima vez que salga de compras. No tuve más remedio que abrirme yo mismo, no a mí mismo sino la puerta. Eso me da impresión, la sangre me da miedo y por eso soy vegetariano. El problema con las plantas es que si les hablás parar que crezcan mejor, como me sugirió mi abuela, terminás encariñándote con ellas. En el caso de las macetas comunes no hay problema pero si tenés una huerta no es recomendable porque después cuando tenés que comerte el tomate o la lechuga te vas a sentir culpable. Yo, como premisa, no como nada con lo que pueda tener una charla. Con mis padres hace rato que no puedo tener una charla decente, pero ellos no cuentan, no me los voy a comer.
Golpeé la puerta con la cabeza pero nadie me atendió, debe ser que vivo solo. Debo recordar salir con casco la próxima vez que salga de compras. No tuve más remedio que abrirme yo mismo, no a mí mismo sino la puerta. Eso me da impresión, la sangre me da miedo y por eso soy vegetariano. El problema con las plantas es que si les hablás parar que crezcan mejor, como me sugirió mi abuela, terminás encariñándote con ellas. En el caso de las macetas comunes no hay problema pero si tenés una huerta no es recomendable porque después cuando tenés que comerte el tomate o la lechuga te vas a sentir culpable. Yo, como premisa, no como nada con lo que pueda tener una charla. Con mis padres hace rato que no puedo tener una charla decente, pero ellos no cuentan, no me los voy a comer.
Otra vez suena el timbre. Voy a ver quien es el que toca el timbre y sale corriendo. Puede ser que si corro más rápido pueda verlo antes que desaparezca.
No pude llegar, ahora recuerdo porqué no puse el timbre, para evitar a los que venden biblias los domingos a la mañana y a los que hacen ring raje. Pero parece que los chicos vienen cada vez más ingeniosos, me instalan un timbre, tocan, después lo desinstalan y salen corriendo. Mejor me quedo junto a la puerta mirando por la mirilla. Antes me voy a comprar una porque así no puedo ver nada.
No sé por qué no hay promociones de mirillas, hay de puertas blindadas y de dietas para edelgazar pero de mirillas no. Debe ser que últimamente la gente no mira mucho.
No sé por qué no hay promociones de mirillas, hay de puertas blindadas y de dietas para edelgazar pero de mirillas no. Debe ser que últimamente la gente no mira mucho.
Cuando tenga mis propias promotoras las voy a poner a promover mirillas y se las voy a comprar. Ya tengo todo planificado a mi no me van a embromar con lo del timbre.
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